8.30.2016

Descubriendo nuevos mundos

Una vecina se nos acercó el otro día mientras estábamos en la piscina, para ofrecernos una casita de jardín que sus hijas no usaban.
La casita en cuestión es una mansión, donde cabemos el padre, la madre y la niña dentro, pero como hoy en día nos podemos permitir sacrificar una parte de jardín, decidimos aceptar el regalazo que Sofía ha decidido explorar cada día.
Tiene dos salidas con puerta; ella se dedica a entrar por una y salir por la otra, no sin antes abrir y cerrar las ventanas que ve a su paso ¡le resulta de lo más entretenido!
Si digo que la generosidad se pone en marcha con la maternidad / paternidad, no es por menospreciar a los que no son padres / madres. Pero sí hay que tener en cuenta que la cantidad de juguetes, utensilios y ropa que nos ha llegado desde que ha nacido Sofía, comparativamente, no nos había llegado nunca de otra forma, cuando estábamos los dos solos. Y digo yo que por algo será.
Confío en el ser humano, y confío en que no solo es por quitarte trastos de en medio (que es un alto porcentaje de la razón total), sino porque también le enseñas a tus hijos la generosidad con la que te gustaría que se identificaran en el futuro. De una manera u otra, la vida termina devolviéndote lo que das. Confío en que seamos igual de generosos en un futuro, y que se lo sepamos inculcar a Sofía, igual que los demás lo están siendo con nosotros.
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