6.13.2016

Crónica de la tonta y la lista vol. 1

Viernes con huelga de trenes. Gente crispada porque no se cumplen los servicios mínimos y hay hasta 3 horas de retraso, que yo sepa (lo he sufrido en mis propias carnes). Domingo, también huelga de trenes. Lunes ¡huelga de metro! El martes llega el despiporre: huelga de trenes y metro, las 2 cosas juntas. Y así, toda la semana. Sólo falta una huelga de autobuses y habrá patadas en masa, como mínimo.

La crónica comienza con un día de huelga de metro y ánimos atentos a la crispación, cuando menos, porque tomar este transporte en hora punta parece de locos, pero no hay más remedio, y porque las casualidades existen para Tenfe y se ha suprimido (luego, anuncian que sólo se va a retrasar. Y sólo se retrasa, sí. MUCHO) un tren por avería, casi al comienzo de su recorrido en plena hora punta. Justo un día que descansan de la huelga. Ajá. Y si normalmente te encuentras con empujones en un metro cerca de las 9 AM un laborable, lo de hoy es un nuevo estado.

La chica lista consigue colocarse en el centro del vagón, puesto que su parada no está próxima y ahí molesta menos. La chica no-tan-lista entra como elefante en cacharrería, visiblemente dispuesta a encontrar un sitio donde sentarse, cueste lo que cueste y haya que pisar a quien haya que pisar. Entre empujones y codazos, empuja a varias personas haciéndose hueco, entre ellas, a la lista, quien después de recibir varios pisotones y empellones, le llama amablemente a la paz y el orden. Visiblemente afectada (léase sorprendida y cabreada), la no-tan-lista sigue recolocándose y termina por hacer que la lista se dé un mamporro en toda la cara contra el brazo del señor de al lado. Suspira con cierta vehemencia, pero decide dejarlo estar. El metro se pone en marcha y, cerca de la siguiente estación, alguien hace amago de levantarse... Y allá que va la no-tan-lista, como alma que lleva el diablo (reumático y cojo, que con tanta gente no tiene espacio para ir muy deprisa) para ocuparlo, sin percatarse de que delante suya tiene a más gente, físicamente mejor posicionada que ella, para sentarse en el sitio libre ¡Oh, disgusto y calamidad, que no llegó a tiempo y, por ende, perdió aquel sitio que tanto le había costado hacerse cerca de los asientos! Para no aburrir, diré que la acción vuelve a comenzar en 4 ocasiones más, coincidiendo con las 4 paradas siguientes: empujones, pisotones, búsqueda de asiento y pérdida de posición, como un irónico sumatorio. El último, con una excepción: el asiento que se queda libre es el que está justo delante de la lista, quien lo ocupa con total normalidad y recibe la mirada de frustración de la no-tan-lista. Una parada después, la no-tan-lista se baja del metro.

Y digo yo ¿tanta lucha frustrada para solo 6 paradas? Hay que ser de naturaleza molesta para ir así desde primera hora de la mañana ¿no?

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